Panamá, 22 de abril de 2025. Las navieras han empezado con las salidas en blanco en las rutas Asia-Estados Unidos, señal de la caída en picada de las reservas; sin embargo, aún los índices de las tarifas de fletes no se han desplomado debido a la rápida retirada de buques por parte de los transportistas .
Según la consultora Sea-Intelligence, los transportistas prevén recortar en un 42% la capacidad de navegación prevista para el movimiento de carga entre Asia y la costa este durante la semana del 5 al 11 de mayo. Aunque esto no equivale a un descenso interanual -representa un recorte de los planes básicos de los transportistas-, no deja de ser inusual, dijo Lars Jensen, Vespucio Maritime, en su podcast de los lunes,
El cambio parece estar impulsado por cálculos arancelarios, ya que los importadores estadounidenses intentan resolver la mejor estrategia para los bienes de origen chino.
De acuerdo con Alan Murphy, Sea Intelligence, en su actualización de la semana pasada, “el clima político actual es extremadamente volátil y dado que los aranceles se están imponiendo y suspendiendo casi a diario, suponemos que tanto las navieras como los propietarios de la carga sólo están ajustando sus cadenas de suministro a corto plazo por ahora y esperando a que las cosas se calmen (de una manera u otra), antes de hacer ajustes en la red a más largo plazo.
Drewry prevé que, en las próximas 5 semanas, la mayoría de las cancelaciones Este-Oeste afectarán al Transpacífico en sentido Este (56%), seguido del Asia-Europa del Norte y Mediterráneo (31%) y el Transatlántico en sentido Oeste (14%).
Agregó que, a pesar que en las últimas semanas se había producido más cancelaciones en la costa oeste estadounidense, la costa este se está poniendo al día: el 45% de las próximas cancelaciones afectarán a la costa este y el 55% restante a la costa oeste.
Ryan Peterson de Flexport advirtió que si Pekín y Washington no consiguen llegar a un acuerdo comercial que reduzca las barreras arancelarias estadounidenses, millones de empresas estadounidenses de marketing que dependen de bienes de origen chino podrían quebrar, y podrían acabar vendiendo sus marcas a fabricantes chinos. En este escenario, los conocidos productos fabricados en China seguirían llegando al mercado estadounidense, pero con costes generales reducidos y pleno control chino.